Parroquia eclesiástica “Santa Mariana de Jesús”

Reseña histórica

A finales de enero del año del Señor 1531, brilló para nuestros padres la Luz sin ocaso del Evangelio del Hijo de Dios hecho Hombre, pues arribaron a estos territorios sacerdotes de Jesucristo, los primeros, pertenecientes a la Orden de Santo Domingo, al mando del Padre Reginaldo de Pedraza. Ellos fueron los prístinos anunciadores del mensaje Cristiano entre nuestros antepasados.

En agosto del mismo año, frailes de túnicas amarillentas empiezan a hacerse familiares entre los nativos de estos lares: eran los sacerdotes Mercedarios que llegaban para quedarse y alentar el proceso de evangelización entre nuestros antepasados; aquéllos se ausentaban con intervalos de varios años, llevados por el celo apostólico a otras comarcas distantes y también necesitadas del mensaje salvador de Cristo.

A finales del siglo XVI, Dios tuvo a bien suscitar un insigne sacerdote religioso, hijo de San Ignacio de Loyola, el chachapoyense Onofre Esteban, quien, desde la casa quiteña, a partir de 1614 con denodado y caritativo esfuerzo, no cesó de evangelizar a los nativos de estas comarcas, hasta dejar instaurada la parroquia eclesiástica de Tosagua, con párroco diocesano dependiente de Quito. Preclaro jesuita éste, digno de nuestros mayores encomios y perla preciosa de la evangelización de la España amerindia del coloniaje.

Ya entonces habíamos dejado de pertenecer a la grey del Obispo sevillano, allá en la lejana España, para depender del Arzobispo de Los Reyes (Lima) desde 1545, dentro del Obispado de Quito y en la parroquia de San Gregorio Magno de Portoviejo.

Desde 1553 se delimitaron los Gobiernos de Guayaquil y Cara -después Atacames o Esmeraldas-. Por esa razón, hacia 1585, nuestros antepasados se encontraron en la zona de confluencia de dos venas evangelizadoras mercedarias: la proveniente del Convento de Portoviejo (al Sur) y la que venía del convento de Quito (al Norte).

Jurisdiccionalmente nuestros ancestros vivieron en relación a los curatos de Portoviejo, Charapotó y Manta-Montecristi, ya que la Doctrina y luego Parroquia de Tosagua dependió de dichos centros eclesiales, para llegar a ser, a fines de la colonia española, un anexo de Montecristi.

En 1779 pasamos a estar bajo el cayado espiritual del Obispo de Cuenca con categoría eclesiástica de Parroquia de la Purísima Concepción de Tosagua, dignidad que perdimos por la escasa población cristiana en 1789, cuando se nos integra al curato de Pichota, hoy Rocafuerte, hasta 1800, año en el que somos restituidos al sitial anterior, gracias a la solicitud de otro venero racial de ancestros cristianos llegados desde la vieja Europa atraídos por el auge del cacao (¡el mejor cacao ecuatoriano y mundial!) de la baja mitad de la centuria del 1.800.

No sabemos cuándo, pero seguramente en la segunda mitad del siglo XIX, la población de La Estancilla ya empezaba a formarse, quizás como consecuencia de alguna hacienda agroexportadora o ganadera, fuente de trabajo en el sector, o con rezagos de familias propias y extranjeras asentadas desde inicios de la misma centuria. Y con dicha población es posible que naciera la idea de construir una pequeña Casa de Oración que hiciera presente a Dios, también físicamente, en medio de la comunidad, quizás con el beneplácito del Padre José Vicente Loor, quien fuera Párroco de Tosagua y Canuto entre 1877 y 1891 y a quienes le sucedieron los Presbíteros Miguel Zapata, Carlos Poggi y José Wensin.

Lo que sí parece cierto es que ya para inicios del pasado siglo XX, gracias a las gestiones del benemérito filántropo tosagüense Ángel Pedro Giler, y contando con la venia y el apoyo material del Rvdo. Wensin, Párroco de Tosagua afincado en el sector de La Madera, se construyó una capilla frente al parque central, en el lugar donde se emplaza hoy, ya bajo la égida de la Compatriota quiteña, la insigne Santa Mariana de Jesús Paredes, Heroína Nacional, a quien los estancillenses y angelinos todos profesamos profunda devoción y respeto.

Y esta Capilla de Santa Marianita fue visitada por los señores Curas Párrocos de Tosagua, los Reverendos Daniel Cabrera, Miguel Iturralde Escobar y Vicente Coronel Argudo, para proveer del alimento espiritual a sus feligreses estancillenses y angelinos, de cuyos cuidados espirituales nos beneficiamos muchos de los que aún vivimos en esta porción de la Patria ecuatoriana.

Fue recién en 1982, cuando la inmarcesible bondad de Monseñor Luis Alfredo Carvajal Rosales, Obispo de Portoviejo, quiso elevar a la Capilla de esta población al rango de iglesia parroquial con el título de Santa Mariana de Jesús de La Estancilla para el mejor servicio de los cristianos de esta región manabita. Así, tuvimos por primer Párroco al Presbítero Rafael Ortega, a quien sucedieron en el cargo los sacerdotes Hugo Martínez (carchense), Héctor Mero Bermello (manabita), Alberto Escudero (colombiano), Gaetano Bórtoli y Giusseppe Scanagatta (sacerdotes italianos fidei donum), Jorge Francisco de la Cruz Macías (manabita) y. últimamente, el Rvdo. Francisco Hernández, religioso eudista de la hermana República de Colombia.

Del actual templo parroquial se dedicó su Altar el ocho de agosto de dos mil cuatro, en solemne ceremonia presidida por el entonces Arzobispo de Portoviejo, Monseñor José Mario Ruiz Navas, “para que sea un ara dedicada para siempre al Sacrificio de Cristo y sea también la Mesa del Señor” donde su Pueblo se alimente en el convite sagrado.

(Copia del texto del acta de dedicación del Altar parroquial)

PARROQUIA “SANTA MARIANA DE JESÚS” DE LA ESTANCILLA

ACTA DE LA DEDICACIÓN DEL ALTAR

En la población de La Estancilla, Parroquia Ángel Pedro Giler del Cantón Tosagua, Provincia de Manabí, a los ocho días del mes de agosto del año del Señor dos mil cuatro, siendo Párroco Titular el Presbítero Jorge Francisco de la Cruz Macías, en solemne ceremonia con concurrencia general del pueblo cristiano de toda la Parroquia y miembros del Clero, el señor José Mario Ruiz Navas, Arzobispo de Portoviejo, bendice las instalaciones del templo Parroquial y deja dedicado, de una vez para siempre, al Dios Padre y por Jesucristo y en el Espíritu Santo, el Altar de este dicho templo, “para que sea un ara dedicada para siempre al Sacrificio de Cristo y sea también la Mesa del Señor” donde su Pueblo se alimente en el convite sagrado.

El Pueblo Cristiano de la Parroquia “Santa Mariana de Jesús” de La Estancilla, gozoso, ha unido su corazón a la súplica del Pastor arquidiocesano y reconoce y acepta dicho Altar y Templo, como centro espiritual de la vida comunitaria de los redimidos en Cristo y se compromete a reconocerlo de dicha manera desde hoy y para siempre.

Para constancia de este piadoso acto, suscriben en calidad de testigos, algunos miembros de la Comunidad parroquial, junto a los señores Arzobispo y Párroco titular.

  • José Mario Ruiz Navas (+) Arzobispo de Portoviejo
  • Pbro. Jorge F. de la Cruz Macías Párroco titular

(Suscriben varios cristianos de la parroquia.)

Colaborado por: Lcdo. Juan Villacreses Viteri

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